Entrevistas

 

21-10-2013

Love Division, orientando a la generación perdida


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Si hubiera que poner música a los grandes ideólogos y pensadores del socialismo y situacionismo probablemente Love Division serían los perfectos candidatos para ilustrar la banda sonora. Su rock afilado que intercala medios tiempos carnosos y guitarras lacerantes está jalonado de letras que parecen extraídas de obras compuestas por Trotsky o Jean Moulin. Su cuarto disco, Anthems for The Lost Generation, es una docena de canciones herederas de las doctrinas impartidas por grandes del género como Manic Street Preachers, Peal Jam o The Clash. Un viaje a las entrañas del pasado con poso contemporáneo. 

¿Qué objetivos os habéis marcado  con este nuevo disco “Anthems for the Lost Generation”?

La idea con este disco es tan sencilla como complicada: llegar a tanta gente como sea posible. Estamos contentos y orgullosos de cómo ha quedado el disco en cuanto a concepto, canciones y sonido, así que el reto es intentar que nos pueda escuchar cuanta más gente, mejor. Intentaremos darle bastante cancha en directo, que es un elemento clave para entender a Love Division.

Destaca la calma y sosiego de canciones como  “The Art of Lost Love” y “End in the Beginning” con la rotundidad de otras como “Nowhere Fast” o “Big Night”.

Siempre intentamos recoger distintos niveles de intensidad en nuestra música, desde el riff pesado y la velocidad punkrockera hasta acordes más recogidos o intimistas. La clave está en que el conjunto del disco quede equilibrado y que cada elemento que añadamos aporte sentido a la obra en su totalidad. Hemos escuchado mucho a Led Zeppelin, los Who o Pearl Jam y nos encanta la versatilidad que pueden aportar distintos temas dentro de un mismo disco. Esa es nuestra escuela.

¿A quién consideráis la Generación Perdida a la cual destináis estos himnos?

La Generación Perdida tiene dos enfoques, uno político-social y otro musical. En el primero, echamos en falta activismo y enfoque, creo que estamos demasiado distraídos con nuestros Smartphones mientras el mundo cambia bajo nuestros pies. Parece que hemos llegado a un punto de inacción que me resulta bastante preocupante. Creo que hay mucha gente que estará de acuerdo en que es necesario modular algo nuevo, pero veo pocos pasos en alguna dirección para conseguirlo.

En el segundo, se echan de menos actitud y referentes para las nuevas generaciones. Hasta hace no demasiado, en el mainstream más masivo había un hueco para unos Guns N’ Roses o Nirvana… ahora apenas lo hay para unos Black Keys o QOTSA. Nos gustaría que los chavales pudieran encontrar inspiración en bandas nuevas y excitantes para coger una guitarra. Bandas con las que compartan objetivos “generacionales”, sin tener que bucear en el underground o tener que escuchar los discos de sus padres. Me gustaría ver más chavales de 18 años en el Azkena Rock Festival.


Hablamos de himnos porque la vocación con la que nace cada tema es esa: tener la intensidad y la fuerza de un himno generacional, como si fuera la última canción del mundo. Lo más importante de todo es el concepto de canción, es el elemento fundacional de todo lo demás.

Veo una mezcla de idealismo socialista y mensaje situacionista en vuestras canciones y estética. ¿Me equivoco?

El mensaje de los textos de Love Division es bastante descreído, casi nihilista por momentos, a la vez que profundamente idealista. No abrazamos ninguna ideología como dogma, más bien al contrario. La idea es huir de dogmatismos “de mayoría” y establecer un pensamiento propio, por difícil que nos lo ponga el entorno. La mayoría de temas están escritos con esa búsqueda de respuestas desde un discurso propio como punto de partida. Por eso en el disco pasamos del “It’s not too late to sell your soul” de “Chain of Command” al “You got our bodies, not our souls” de “We Ain’t Going Down”. Un ejercicio de resistencia de los valores propios, con personajes como Jean Moulin, Anna Politkovskaya o Peter Fechter como referentes.

Sobre el arte e imaginario socialista, además de su innegable atractivo visual, merece la pena llevar la reflexión un poco más allá – es muy interesante contrastar el idealismo de su concepción con la realidad en que acabaron casi todos los regímenes de la cuerda.

De qué habláis en “The Unkept Promises of Communism”?

Justamente este tema trata sobre el contraste entre el idealismo y la esperanza que en su día generaron las promesas del comunismo y la dolorosa realidad en que acabaron casi todos estos regímenes, con una tremenda restricción de libertades individuales y una lucha por el poder que dista poco de la del peor totalitarismo. Promesas rotas por la naturaleza humana después de todo, supongo.

Fernando Pardo (Sex Museum, Coronas, Corizonas) se ha encargado de la producción. ¿Qué tal ha sido trabajar con él?

Trabajar con Fernando es un auténtico honor y un aprendizaje constante que nos ha permitido crecer una barbaridad como banda. Fernando ha sabido orientarnos hacia el camino adecuado con cada decisión y nos ha ayudado un montón a pulir nuestro sonido, además de hacernos creer en nuestras canciones y en nosotros como grupo. Es nuestro George Martin particular.  

Os emparentáis con grandes veteranos del rock pero, para mi gusto, tomáis muchas referencias de formaciones como de Manic Street Preachers, Foo Fighters o The (International) Noise Conspiracy.

Los Manics son una de nuestras debilidades. A mí apasiona todo lo que hacen, son una banda híper especial que, después de más de 20 años, sigue teniendo cosas que aportar.

Sobre los Foo’s y T(I)NC, es posible que nos acerquemos a ellos en sonido; son dos bandas a las que admiramos profundamente, pero posiblemente nombraríamos a muchas otras como inspiración o referencia antes que a estas dos. Lo que es muy probable es que compartamos referentes con ellos… y son de los pocos grupos masivos (especialmente los Foo’s) que han seguido apostando por un Rock potente y guitarrero. Eso nos encanta.

Habéis actuado en el CBGB neoyorkino, ¿os atrae actuar en el Teatro Karl Marx?

No estaría nada mal, pero seguramente nos gustaría más hacerlo en el Roseland Ballroom o en el Brixton Academy de Londres (risas). 

Autor: Rafa García-Moreno

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